Hoy soñé que volvía a casa de mis padres.
Pero no a cualquier casa: era el hogar donde pasé los primeros años de mi infancia.
Me dirigía hacia allá en transporte público. El trayecto era muy largo, y conmigo llevaba tres bolsos grandes, una carpeta, algunos audios y... algo inesperado.
Durante el camino conviví con nuevas personas, pero también con familiares que no veía desde hacía tiempo. Al llegar la hora de bajar, me di cuenta de que mis pertenencias estaban desparramadas por debajo de los asientos.
Corrí para recoger lo poco que llevaba conmigo después de una vida separada de mis padres. Tres maletas no son mucho… pero lo eran todo.
Primero llené una mochila gris; estaba tan repleta que me costó trabajo cerrarla. Mi parada ya estaba cerca y no alcancé a bajarme. Pensé: no importa, seguiré recogiendo lo importante y bajaré en el regreso.
Así lo hice.
Pero lo importante seguía regado entre los asientos de otras personas. Me costaba pedir permiso, me incomodaba agacharme a recoger una a una mis cosas. Finalmente, logré llenar el segundo bolso.

Tomé la carpeta. Dentro había notas importantes, cosas que debía recordar. Con esfuerzo, metí unos sobres transparentes que contenían audios (voces de personas significativas en mi camino). Al intentar cerrar la carpeta, noté que algo impedía hacerlo: en la portada frontal se escondía un arma.
¿Un arma? ¿Por qué llevaba yo eso?
Con algo de miedo, cerré rápidamente la capeta, no quería que los demás pasajeros vieran lo que transportaba.
Era la segunda vez que debía bajarme. Ahora no habría otra oportunidad. Me apresuré. No quería dejar nada atrás. Metí desordenadamente muchas cosas pequeñas al último bolso. No pude cerrarlo.
Cargada con una mochila, dos bolsos y una sudadera blanca con los bolsillos repletos, bajé torpemente las escaleras del autobús.
Atravesé la calle mientras seguía intentando meter cosas en el único bolso con espacio.
Debía cruzar una gran avenida con un camellón central. Allí me detuve. En medio de los dos sentidos: norte y sur, ida y vuelta, el bien y el mal.
Allí me encontré.
Bajé el bolso. Aún intentaba cerrarlo. Contemplé los caminos. Contemplé mi vida: llena de contradicciones.
Estaba por regresar a la casa de mis padres… pero algo en mí sabía que yo no volvía igual.

Y entonces vino la revelación, comprendí que cada cosa en mis bolsos era una perla. Una perla obtenida en momentos de adversidad, de crecimiento, de decisiones tomadas con amor o con miedo.
Las perlas estaban bajo los asientos de otros porque cada pasajero en el tren de mi vida me dejó una lección, una huella, un regalo.
Y yo no estoy dispuesta a perderlas.
El arma, claro que la llevo. Representa mis temores. Los que me han llevado a hacer —o no hacer— muchas cosas. No puedo olvidarla. Es parte de mi historia. Fue guía y obstáculo, pero también me condujo hacia personas, decisiones y aprendizajes valiosos.
Las notas son las lecciones más profundas de mi vida. Las llevo para repasarlas, para integrarlas.
Los audios son las voces que me acompañan: el canto de un ave, el mar, las palabras sabias… y el silencio.
Ese silencio que me devuelve a mí. Que apaga el ruido y me conecta con lo esencial. Con el “nosotros” que somos más allá del yo.
Y las tres maletas… representan lo divino.
La Trinidad. Lo sagrado.
La dimensión espiritual que a veces olvido, pero que siempre me recuerda que soy más que materia. Que soy parte de algo mayor, de una divinidad en acción.
Y tú…
Si tú estuvieras regresando a casa del Padre, ¿qué llevarías tú?

Soy Karolina Kasas, y este mensaje es desde el alma para ti…
Porque todos, en algún momento de la vida, emprendemos ese regreso.
A veces con prisas, a veces con miedo, a veces cargados de más…
Pero siempre con la esperanza de volver a lo esencial.
Espero que este sueño resonante te inspire a mirar tu propio equipaje con amor, a reconocer tus perlas, tus notas, tus silencios… incluso tus armas.
Y que, cuando llegue tu momento de volver a casa, lo hagas con todo lo que te ha hecho ser tú.
Gracias por caminar conmigo en este viaje sagrado donde el alma recuerda su camino a casa.
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