No sé si lo sabes, pero hay un miedo oculto dentro de la caja.
Hace un tiempo, mientras entrenaba CrossFit, me enfrenté a un ejercicio que no había logrado: Jumping Box. Parece sencillo: te paras frente a una caja con ambos pies alineados, tomas impulso y saltas de un solo brinco para aterrizar sobre ella. Luego te enderezas. Es todo. Un movimiento que, en teoría, no debería ser complicado.
Pero algo extraño sucede cuando estás ahí.
Al principio, empecé con tres pequeños escalones de Step. Todo iba bien, hasta que llegó el momento de intentar la caja mediana. Y después, la grande. Una robusta caja de madera que parecía desafiarme.
No fui yo quien decidió pararse frente a ella; fueron mi entrenador y mis compañeros quienes me animaron. Y ahí estaba yo, con el corazón acelerado, sintiendo cómo la caja me miraba de vuelta, burlándose de mí. Casi podía escucharla susurrar: no vas a lograrlo.
Mis pies se sentían pesados, como si algo me anclara al suelo. ¿Qué era lo que me impedía moverme con agilidad? El miedo.

No era miedo a caer o lastimarme. Era el miedo a fallar. Y, paradójicamente, ese miedo me impedía siquiera intentarlo.
Pero después de un rato, logré acallar mi mente. Tomé una gran bocanada de aire y salté. Un segundo después estaba de pie sobre la caja. Sentí una mezcla de emoción y revelación: esa caja de madera no sólo me había desafiado físicamente, sino que también me mostró cuántas veces en la vida me he detenido antes de siquiera intentarlo.
¿Cuántas veces he dejado de hacer algo por miedo al fracaso?
¿Cuántas oportunidades he dejado pasar por miedo al qué dirán?
Así que hoy quiero compartirte tres pasos que me susurró la caja para superar esos miedos. Porque tu caja puede contener el miedo a pedir un aumento, a enviar esa cotización pendiente, a iniciar una nueva relación o cualquier otro desafío que evitas enfrentar.
Cómo se salta la caja
Un salto a la vez
No pienses en todo lo que tienes pendiente ni en todo lo que podrías fallar. Elige una sola acción que te acerque a tu objetivo. Al dar ese primer salto, sentirás más confianza y energía para seguir avanzando.
Acalla la mente
Nuestra mente es maravillosa para estructurar, planear y dar sentido a nuestra vida. Pero si no aprendemos a gestionarla, puede dominarnos con dudas y miedos. No dejes que la mente decida por ti. Respira y confía en tu cuerpo y voluntad.
Presencia total
Cuando estés frente a la caja, lo único que te ayudará a dar el salto es estar plenamente presente. Conecta con tu cuerpo, tu mente y tu emoción. Sólo así podrás superar cualquier reto.
Y por último, aunque lo hayas escuchado mil veces: Just do it. Sólo hazlo. Muévete, inténtalo. Incluso si fallas en el primer intento, estarás más cerca de lograrlo.
En la vida siempre habrá cajas que desafíen nuestros miedos. Pero la próxima vez que te enfrentes a una, ya sabes qué hacer.
Porque quizás, aprender a saltar nos ayude a conectar con nuestro niño interior, ese que se atrevía a trepar, brincar y desafiar su propio cuerpo por el simple placer de descubrir de qué era capaz.
Y hoy, tu adulto también quiere saltar.

Soy Karolina Kasas y deseo fervientemente que te atrevas a saltar más allá de lo que ni siquiera has imaginado.
¡Besos siempre!